En el escenario, Guille Milkyway, creador y alma máter de La Casa Azul, que va por ahí de tímido, se desveló como un músico entregado a su público, que le gusta saltar sobre el escenario, desgañitarse, aporrear la guitarra o sentarse a tocar el piano. Y todo lo hace con un talento que tienen muy pocos músicos en España. Música a ritmo de videoconsola y personajes virtuales. El lugar era pequeño, la acústica perfecta, y el público estaba rendido a sus pies. No había ni una canción que no se conocieran. Hacía calor, la cerveza se acabó y, aún así, nadie se quería ir.
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