En "El País" dedicaban el pasado sábado un reportaje especial al futuro de un género como el de la ciencia-ficción, que vivió sus años dorados durante el siglo XX, con la fiebre por los ovnis, las amenazas de destrucción global y las incertidumbres tecnológicas del futuro, y que ahora no atraviesa por su mejor momento.
De los ovnis casi nadie se acuerda, con las amenazas de destrucción global nos hemos acostumbrado a convivir y, en cuanto a la tecnología por venir, ya no se habla de "nuevas tecnologías" porque hay algunas que dejaron de serlo.
No opinaré mucho más sobre la ciencia-ficción, porque nunca he sido un asiduo de este género. Pero sí aprovecho esta noticia para hablar de un libro que compré hace dos o tres meses, que me costó un euro en un puesto de segunda mano y que se llama "Más allá del Sol" (en estas fechas que parece que lo tenemos siempre sobre nuestra espalda), de una de esas colecciones que había antes de pistoleros, o de justicieros, o de espías, o de detectives.
Lo escribe un tal George H. White (no hace falta ser muy listo para imaginar que seguramente era Jorge Blanco, o algo así), y en la portada aparece una rubia explosiva, de las de entonces, enfundada en un traje espacial y viendo como despega un cohete. ¿Que por qué alguien como yo, que no se considera amante de la ciencia-ficción, compra un libro de una colección barata de hace muchísimos años y sin que tenga muchos méritos más? ¿Cómo resistirse al último párrafo de esta novelita de 126 páginas?:
De los ovnis casi nadie se acuerda, con las amenazas de destrucción global nos hemos acostumbrado a convivir y, en cuanto a la tecnología por venir, ya no se habla de "nuevas tecnologías" porque hay algunas que dejaron de serlo.
No opinaré mucho más sobre la ciencia-ficción, porque nunca he sido un asiduo de este género. Pero sí aprovecho esta noticia para hablar de un libro que compré hace dos o tres meses, que me costó un euro en un puesto de segunda mano y que se llama "Más allá del Sol" (en estas fechas que parece que lo tenemos siempre sobre nuestra espalda), de una de esas colecciones que había antes de pistoleros, o de justicieros, o de espías, o de detectives.
Lo escribe un tal George H. White (no hace falta ser muy listo para imaginar que seguramente era Jorge Blanco, o algo así), y en la portada aparece una rubia explosiva, de las de entonces, enfundada en un traje espacial y viendo como despega un cohete. ¿Que por qué alguien como yo, que no se considera amante de la ciencia-ficción, compra un libro de una colección barata de hace muchísimos años y sin que tenga muchos méritos más? ¿Cómo resistirse al último párrafo de esta novelita de 126 páginas?:
"El grupo regresó lentamente hacia el planeador cohete. Sobre la cabina del tractor atómico, el doctor Welby y la profesora Miroslava Michailov veían ocultarse el sol tras la dilatada llanura marciana. Un viento gélido y huracanado empezaba a soplar desde Oriente barriendo la desolada superficie del enigmático Marte".Y añade la contraportada que aún está por venir "una nueva y apasionante aventura" del Profesor Hasley, "Los Hombres de Alfa", dentro de la colección "Luchadores del Espacio". Habrá que estar atento.
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