jueves, 23 de febrero de 2006

ÚLTIMA HORA

Un desgraciado suceso ha ocurrido esta tarde en nuestra comarca. Un camión, matrícula 6741 BMM, que circulaba por la C-28 que une nuestro pueblo con el pueblo vecino, se ha salido de la calzada al tomar una curva a la altura del punto kilométrico 9. Tras chocar y derribar el quitamiedos que ejercía de protección, ha caído por el terraplén continuo, dando una serie de vueltas de campana (según testigos presenciales, en torno a cuatro o cinco) y ha terminado por encallar en un grupo rocoso. La voz de alarma ha sido dada por el conductor de un turismo, matrícula desconocida, que circulaba detrás del camión y ha sido testigo del suceso. Los servicios médicos se han personado en el lugar del accidente en apenas veinte minutos. Se procedió a una trabajosa operación para rescatar al conductor de entre el amasijo de hierros en el que quedó convertida la cabina. A continuación, se le trasladó al hospital comarcal. Según estos mismos servicios médicos, el conductor del camión se encuentra en estado grave, aunque no se teme por su vida. Entre los motivos del fatídico accidente, la Guardia Civil, que desde el primer momento ha llevado una intensa labor de investigación, ha evaluado todas las pruebas y testimonios disponibles y cree que existen certezas más que suficientes para pensar que, con toda probabilidad, un exceso de velocidad ha podido ser la raíz del suceso, puesto que se descarta la intervención de ningún otro vehículo que causara la salida de la carretera del camión. El vehículo en cuestión se trata de un camión de reparto de correos, que realizaba su ruta semanal hasta nuestra pequeña población. Por desgracia, la carga ha quedado desperdigada por el suelo. Se extraviaron, entre otras cosas, un número atrasado de la revista National Geographic y un pedido exótico a una librería extranjera. Las cartas de amor tampoco llegarán, así que los amantes que las esperan, enloquecerán de celos o despecho. Los otros, los que las habían escrito y esperaban respuestas, también enloquecerán de celos y despecho. Para los que esperaban otro tipo de noticias: el niño sigue bien y manda abrazos. Por la publicidad y la propaganda, no se preocupen: siempre encuentran otros canales, al igual que las cartas del banco, de la telefónica, del gas y de la hipoteca. Lo sentimos, hoy no habrá buenas noticias en el correo, aunque tampoco llegarán las malas.

sábado, 11 de febrero de 2006

PAUSA PUBLICITARIA

Vendrás a por mí, y te estaré esperando, con la guardia baja y los ojos caídos. Estaré listo para tus encantos, tus luces, tus colores, tus cancioncillas y tus vídeoclips. Me seducirás, y te quedarás con mis sueños y hasta con la más pequeña de mis aspiraciones. Después de todo, "voluntad", mi voluntad, rima con tu nombre, "publicidad".

(Esta pausa publicitaria no tiene patrocinador, pero es que tampoco está disponible)

martes, 7 de febrero de 2006

OJO

Tienes una mirada penetrante, lo que no importaría mucho, después de todo la gente se arremolina en la calle y atrae sobre sí las miradas, pero tú posees la valentía de tu mirada y la fuerza necesaria para ver más allá de la mirada; esa cualidad de ver más allá es lo más importante, y tú lo sabes.
Cartas a Milena
Franz Kafka
(Para todos aquellos que Kafka es un escritor oscuro y pesimista. Bueno, sí, un poco sí que lo era, pero a veces tenía estos detalles)

domingo, 5 de febrero de 2006

PREVISIÓN METEOROLÓGICA

Este fin de semana nos espera una ligera subida de temperaturas en Madrid, con cielo despejado y mañanas luminosas. A pesar de todo, no dejen de abrigarse al salir a la calle.

(Esta imagen está tomada desde otra de mis ventanas)

viernes, 3 de febrero de 2006

UNA TARDE PERFECTA

Hay días que nadie puede estropear.
No te cortas al afeitarte,
Todas las mujeres guapas te sonríen
y todas las cervezas están frías.

Encuentras un disco de Miles Davis
(una rareza) en oferta.
Ves en la calle a esa chica
por la que te masturbabas en el instituto.

Y te sientes tan feliz mientras conduces,

Escuchando esa canción de un tipo
Que bailaba, mejilla con mejilla,
En las calles de Nueva Orleáns,
Con la reina de Nueva Orleáns,

Tan feliz en esta ciudad de polvo y sol,
Que obedeces las normas de circulación
Y paras en el paso de cebra
Y dejas pasar a los peatones.

jueves, 2 de febrero de 2006

DOS DESCONOCIDOS

La vida de los desconocidos a veces nos resulta fascinante, aunque sea sólo un breve encuentro o una visión fugaz. Por ejemplo, la pareja de la otra noche. Durante un minuto y pico, más o menos, aquellos dos desconocidos concentraron mi atención hasta convertirse en parte de mi vida. Era un martes de invierno, en la madrugada. Desde la ventana, vi cómo atravesaban mi calle de un extremo a otro, por la acera. Al principio, sólo eran dos puntitos negros que entran por la calle, caminando en silencio, ella con un abrigo largo y zapatos bonitos de tacón, él con una especie de gabardina, las manos en los bolsillos y el cigarrillo en equilibrio en la comisura de los labios, a lo Humphrey Bogart. Los dos jóvenes, pero rozando ya los cuarenta años. Ella era morena, con el pelo recogido en una cola alta, y no dijo nada hasta que casi estaban frente a mí ventana. Él se encogió de hombros, mirando hacia delante. Ella volvió a insistir con otra frase, que acompañó con un gesto de cabeza. Él se pegó al brazo de la mujer y con otro gesto de cabeza, sin dejar de mirar hacia delante, dijo un monosílabo, por si acaso se le caía el cigarrillo. Entonces, ella habló de nuevo, mientras pasaban frente a mí y comenzaban a enseñarme la espalda. El hombre contestó con su habitual laconismo y ella respondió agarrándolo del brazo, dándole un beso en la mejilla. Sin duda venían de algún tipo de fiesta, cena o celebración. Me lo decían sus zapatos de sábado en la madrugada, helada y húmeda, de un martes, lo extraño del día y de la hora, el hecho de que fueran las dos únicas personas que caminaran por una calle desierta, pero tan concurrida y larga a diario, y, más que nada, la tranquilidad y la poca prisa con la que andaban, como si ya estuviera todo hecho. Poco a poco, la voz de la mujer fue apagándose a lo lejos y la espalda del hombre se convirtió en la de Humphrey Bogart alejándose por la pista de despegue en la última escena de Casablanca. Al final, doblaron la esquina de la calle, se llevaron el misterio de su vida que me había dejado pegado y atento a su trayectoria, de dónde venían al entrar en la calle y dónde iban al girar la última esquina, su conversación apenas audible, el amor, que a pesar del frío, flotaba entre los dos bajo la luz amarilla de las farolas. Aún me quedé otro minuto allí, por si rehacían el camino. Pero comencé a sentir frío, y lo próximo en pasar por la calle sería el camión de la basura.