miércoles, 30 de noviembre de 2005

MIMISMO


Siempre he tenido la sensación de que me persiguen. Más que nada porque, a cada momento, por cada experiencia, en cada habitación que abandono, parece que queda una parte de mí, una versión diferente del que ahora huye hacia adelante y que en nada se parece al "mí-mismo" de dentro de poco, pasando a ser uno de tantos perseguidores que convierten mi existencia en una huida continua e infinita. Huyo del niño llorón y estúpido, el de la mirada triste en las fotos, de ese hombre que hace apenas unos momentos contestaba tartamudeando, preso del rubor, a otro que le preguntaba la hora, y también del viejo verde que espía los escotes de las veinteañeras. Huyo de ti, pero también huyo de mí. Así que, cuando acabe de escribir, junto a estas palabras, yo también quedaré atrás. Otro irá ya por delante, y tendré que perseguirlo.