Emilio Calderón se abrió camino en el mundo editorial escribiendo libros juveniles. Sin embargo, los caminos del mundo y de la literatura le llevaron a la novela histórica, bajo cuya etiqueta ha publicado ya "El mapa del creador" y "El secreto de la porcelana". Con "El judío de Shanghai" ha obtenido el Premio Fernando Lara 2008.
Es una novela que transcurre en Shanghai, una historia de amor, una época convulsa como la Segunda Guerra Mundial y el único gueto del mundo que no estuvo bajo el control de los nazis. Estas son las pinceladas básicas para presentar tu última novela "El judío de Shanghai".
Ése es el punto de partida. Es capital toda la historia del gueto de Shanghai en el libro. Yo descubrí que el gueto había sido el único que no había estado en manos de los nazis, que estaba en manos del ejercito de ocupación japonés. Lo que cuento es una historia de amor entre el cónsul de España en Shanghai y una chica judía que está en este gueto y de la que se enamora. Él hará todo lo posible para rescatarla.
Shanghai es el escenario de este último libro. En el anterior, “El secreto de la porcelana”, era Filipinas. Sabemos que has vivido durante un tiempo en Asia, y vemos ahora que de momento está influyendo en tu producción literaria.
Siempre digo que si yo escribo es porque en una ocasión descubrí que en los libros ocurrían cosas que no pasaban en mi vida, en mi barrio… Como lector, me he refugiado siempre en esas novelas que hablaban de paraísos lejanos, lugares exóticos, y cuando decidí convertirme en escritor y hacer novelas para adultos, decidí también desarrollar novelas ambientadas en Extremo Oriente. He vivido allí, he tenido relación con gente de esa área del mundo y siempre he sentido atraído.
No ha sido el Planeta, pero ha sido el Fernando Lara. ¿Cómo te cayó encima este premio? ¿Qué sentiste?
Sentí sorpresa. Pero, luego, como siempre digo, un premio sirve para ganar lectores, más que otra cosa. Sin embargo, al mismo tiempo que uno va percibiendo que su obra tiene una mayor repercusión, también aumenta la responsabilidad. De manera que ahora mismo estoy en una situación casi de miedo por saber si voy a estar a la altura de lo que todo el mundo espera de mí en mi siguiente novela.
En estos tiempos de impactos informativos y publicitarios constantes y de medios de comunicación globales, ¿se está perdiendo el oficio de contador de historias?
En nuestro mundo sí. Afortunadamente nos queda África. En ese sentido, allí la tradición oral, al igual que en algunas partes de Asía, la tradición oral aún se conserva. En eso tiene mucho que ver que el libro es un objeto de lujo. Lo sí es cierto es que cada vez es más difícil contar una historia que atrape, que sea interesante. Es tanta la información que recibimos al cabo del día, que es muy difícil encontrar algo que nos sorprenda. Aunque la profesión de contador de historias sí que corre cierto peligro.
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