miércoles, 24 de mayo de 2006

VIAJE

Es curioso que aquella canción no sonó ni una sola vez durante todo el viaje a París, y sin embargo me recuerde a ese viaje. Ni siquiera habla de esa ciudad. Le encontré una explicación en el hecho de que, al poco tiempo de volver de París, escribí un relato de ciento cincuenta y siete páginas sobre ese viaje, y la maldita canción sonaba una y otra vez en la radio. El problema es que en ese relato no contaba mi viaje, sino el de mi alter ego adolescente, que hacía el viaje y le pasaban casi las mismas cosas que a mí, en mi mismo recorrido y experiencia, pero tal y como me hubiera gustado que fueran, no como en realidad habían sido. Por eso, cuando escucho la canción recuerdo la modorra que nos invadió a todos una tarde en París, con las calles húmedas por la reciente lluvia, y el sol que rompía las nubes poco antes de desaparecer del todo, brillando en los charcos y los adoquines del Barrio Latino. El problema es que no sé si este recuerdo es mío, o de mi relato del viaje.

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