Después de tanto tiempo
creyendo que tenía un toque especial,
que había en mí un poeta,
hoy me he despertado
tras otra horrible pesadilla,
convertido en un tópico,
un hombre tópico, quiero decir:
estándar, para entendernos.
Un hombre con sus complejos,
su obsesión fálica por la virilidad,
por el “más que nadie”,
y cuya felicidad está en función
de los goles y la cerveza,
del tamaño de las tetas
de las mujeres.
Eso es lo que soy:
un horrible tópico.
Tendré que dejar el psicoanálisis:
Freud tenía razón.
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P.D.:
- Doctor, ¿cómo ha dicho que se llama eso?
- Su problema tiene un nombre: "complejo de Homer Simpson"
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