Hubo un momento en la Historia en el que, por primera vez, una persona trabajo para otra. Un tiempo en el que ocurría algo que hasta entonces no se había dado: se producía una diferenciación entre un reducido grupo de personas que dominaban sobre las demás. Pero, ¿cuándo se produjo? ¿Sobre qué se cimentó esa relación de dominación y poder?
La respuesta a esas preguntas podríamos encontrarla en La Bastida, un yacimiento de la Edad del Bronce situado en el municipio de Totana. Corresponde a la conocida como “Cultura Argárica” (conocida así porque el primer yacimiento documentado sobre ella se encuentra en El Argar, Almería) y desde hace años ha despertado el interés de muchos de investigadores nacionales e internacionales. Si nos remontamos a su época de mayor esplendor, en torno al año 1.700 a. C., nos encontraríamos con un asentamiento de 1.200 personas. “El más grande toda Europa Occidental por entonces”, asegura Vicente Llul, jefe del equipo de trabajo de la Universidad Autónoma de Barcelona que, campaña tras campaña, no deja de sorprenderse con los hallazgos que esconde este enclave de la Región de Murcia.
Después de varias campañas de trabajo, estos investigadores no dejan de sorprenderse. Los arqueólogos han documentado el origen de las relaciones de desigualdad social entre ricos y pobres de la historia de la humanidad: la primera vez en la que una persona trabaja para otra. “La desigualdad económica se produce a través del Argar. Cuando comienzan a habitar la montaña en torno al 2.200 a.C. no vemos diferenciadas marcadas. Pero dos años después sí existen y, hacia el 1.700 a.C., la desigualdad es total, existe una pirámide muy marcada”. En la cima de esa pirámide encontraríamos al 10% de la población de La Bastida, un reducido grupo que se beneficia del trabajo de los demás. Para el profesor Llul “es la primera prueba prehistórica” de este tipo de diferenciación social.
¿Sobre qué se construyó esta “disimetría”? La explicación resulta familiar en pleno siglo XXI: el control de los recursos productivos y las armas. Así, en las tumbas de las familias que integran ese 10% de la élite dominante, los arqueólogos no sólo han encontrado oro, plata o ricos abalorios, sino también armas que ya no están pensadas para la caza o como herramienta de trabajo. “Son objetos para matar, sobre todo en las tumbas de los hombres”, explica Vicente Llull. “Por el contrario, en las tumbas de los ciudadanos normales encontramos cuchillos, machetes… Pero ningún objeto específicamente para matar, sino para cazar o trabajar”. Estaríamos hablando, por lo tanto, del origen también de la industria armamentística, cuando las herramientas se convierten en útiles para la dominación o la guerra.
El profesor Llull lo tiene claro: “Cuando se cuenta con los recursos coercitivos, también se genera un poder de acumulación”. De esta forma, han contrastado que junto a las armas, en estos hogares se acumulaba un importante número de molinos de grano. Tantos, que los investigadores han llegado a otras conclusiones interesantes: el considerable número de estos molinos les hace pensar que en la época de la molienda tendrían que acudir personas de otros núcleos urbanos para trabajar en ellos, con lo que también hablaríamos de una jerarquización entre núcleos habitados.
Pero su carácter de capitalidad lo pone de manifiesto muchos otros de los objetos encontrados: útiles o materias primas con las que se abastecía este núcleo, enclavado en la sierra totanera, y que llegaban desde puntos situados a mucha distancia. Por lo tanto, se encuentran los arqueólogos trabajando en el corazón de la civilización “argárica”. De ella aún esperan extraer conclusiones igual de interesantes, puesto que sólo han excavado el 10% de todos los restos de la zona. “Nos reserva muchísimas sorpresas. Estamos impresionados de la riqueza del yacimiento y de otros secundarios que se encuentran en el área. Estamos seguros de que van a aparecer materiales de primer orden”, concluye Vicente Llull.
La naturaleza de las relaciones de poder y dominación entre los seres humanos se ha convertido a lo largo de la historia, sobre todo en los últimos dos siglos, en un interesante tema de investigación y estudio para muchas personas. Estos arqueólogos que llevan a cabo su trabajo en La Bastida, en Totana, podrían haber encontrado la primera piedra sobre la que se cimentó esta pirámide.
La respuesta a esas preguntas podríamos encontrarla en La Bastida, un yacimiento de la Edad del Bronce situado en el municipio de Totana. Corresponde a la conocida como “Cultura Argárica” (conocida así porque el primer yacimiento documentado sobre ella se encuentra en El Argar, Almería) y desde hace años ha despertado el interés de muchos de investigadores nacionales e internacionales. Si nos remontamos a su época de mayor esplendor, en torno al año 1.700 a. C., nos encontraríamos con un asentamiento de 1.200 personas. “El más grande toda Europa Occidental por entonces”, asegura Vicente Llul, jefe del equipo de trabajo de la Universidad Autónoma de Barcelona que, campaña tras campaña, no deja de sorprenderse con los hallazgos que esconde este enclave de la Región de Murcia.
Después de varias campañas de trabajo, estos investigadores no dejan de sorprenderse. Los arqueólogos han documentado el origen de las relaciones de desigualdad social entre ricos y pobres de la historia de la humanidad: la primera vez en la que una persona trabaja para otra. “La desigualdad económica se produce a través del Argar. Cuando comienzan a habitar la montaña en torno al 2.200 a.C. no vemos diferenciadas marcadas. Pero dos años después sí existen y, hacia el 1.700 a.C., la desigualdad es total, existe una pirámide muy marcada”. En la cima de esa pirámide encontraríamos al 10% de la población de La Bastida, un reducido grupo que se beneficia del trabajo de los demás. Para el profesor Llul “es la primera prueba prehistórica” de este tipo de diferenciación social.
¿Sobre qué se construyó esta “disimetría”? La explicación resulta familiar en pleno siglo XXI: el control de los recursos productivos y las armas. Así, en las tumbas de las familias que integran ese 10% de la élite dominante, los arqueólogos no sólo han encontrado oro, plata o ricos abalorios, sino también armas que ya no están pensadas para la caza o como herramienta de trabajo. “Son objetos para matar, sobre todo en las tumbas de los hombres”, explica Vicente Llull. “Por el contrario, en las tumbas de los ciudadanos normales encontramos cuchillos, machetes… Pero ningún objeto específicamente para matar, sino para cazar o trabajar”. Estaríamos hablando, por lo tanto, del origen también de la industria armamentística, cuando las herramientas se convierten en útiles para la dominación o la guerra.
El profesor Llull lo tiene claro: “Cuando se cuenta con los recursos coercitivos, también se genera un poder de acumulación”. De esta forma, han contrastado que junto a las armas, en estos hogares se acumulaba un importante número de molinos de grano. Tantos, que los investigadores han llegado a otras conclusiones interesantes: el considerable número de estos molinos les hace pensar que en la época de la molienda tendrían que acudir personas de otros núcleos urbanos para trabajar en ellos, con lo que también hablaríamos de una jerarquización entre núcleos habitados.
Pero su carácter de capitalidad lo pone de manifiesto muchos otros de los objetos encontrados: útiles o materias primas con las que se abastecía este núcleo, enclavado en la sierra totanera, y que llegaban desde puntos situados a mucha distancia. Por lo tanto, se encuentran los arqueólogos trabajando en el corazón de la civilización “argárica”. De ella aún esperan extraer conclusiones igual de interesantes, puesto que sólo han excavado el 10% de todos los restos de la zona. “Nos reserva muchísimas sorpresas. Estamos impresionados de la riqueza del yacimiento y de otros secundarios que se encuentran en el área. Estamos seguros de que van a aparecer materiales de primer orden”, concluye Vicente Llull.
La naturaleza de las relaciones de poder y dominación entre los seres humanos se ha convertido a lo largo de la historia, sobre todo en los últimos dos siglos, en un interesante tema de investigación y estudio para muchas personas. Estos arqueólogos que llevan a cabo su trabajo en La Bastida, en Totana, podrían haber encontrado la primera piedra sobre la que se cimentó esta pirámide.
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