sábado, 21 de enero de 2006

TODO TAN RÁPIDO

En mi sueño, todo el mundo iba muy, muy rápido, y yo estaba ahí, quieto, sin hacer nada. Quiero decir que, poco a poco, todo empezaba a girar como en un tiovivo, y que la gente iba cada vez a más velocidad, y yo estaba ahí, quieto. Sin hacer nada. Los hombres y mujeres crecían, se tocaban, se gustaban, iban para acá y para allá, viajaban y sonreían, con estruendosas carcajadas que sonaban como desde detrás de una pared. Todo iba muy, muy rápido, y yo estaba, ahí, quieto. Era un espectador mudo de todo lo que pasaba a mi alrededor, de todo lo que los demás hacían a una velocidad a la que yo no podía incorporarme, como si algo me tuviera atenazado de horror. Un tiovivo, con sus luces incluidas, iba y venía, me rodeaba, y las risas continuaban, y todos hacían cosas, no sé muy bien decir qué hacían, pero hacían cosas mientras yo estaba ahí, quieto. Echaban fotos, ganaban premios, merendaban tartas y pasteles de chocolate, lloraban extasiados, y se hacían regalos de última tecnología. Quise saber, me pregunté por qué yo no iba tan rápido como los demás, pero hasta mis ideas estaban paradas. Lo único cierto es que estaba ahí, quieto, y veía que todo se movía a una velocidad endiablaba, y que yo no era capaz de ir tan rápido.

1 comentario:

Anónimo dijo...

Yo soy de las que pienso que ir rápido no es bueno, no sueles obtener buenos resultados... a lo mejor el estar tan quieto te hace ser una persona observadora, y quizás cuando toda esa gente se pare (porque parará el algún momento) tú te moverás y actuarás de tal manera que te sientas tranquilo de hacerlo de esa manera.
Creo yo.