Luís García Montero (Granada, 1958) se ha marcado un madrugón tremendo para coger un avión y llegar hasta una pequeña ciudad para participar en dos conferencias con jóvenes de bachillerato. Tiene cara de sueño, y mientras se toma un reponedor zumo de naranja natural (y bien fresquito) hablo con él de literatura, de juventud y de madurez.
¿Por qué es importante acercarle la poesía a los jóvenes?
Es importante. Siempre participo con ilusión en este tipo de actos. Yo creo que donde se forman los lectores es precisamente aquí. Las instituciones están acostumbradas a celebrar el Día del Libro, a poner en marcha campañas de fomento de la lectura, pero se olvidan paradójicamente de la educación. Y hablar de literatura e invitar a la lectura a chavales de ESO o bachillerato es una buena manera de pensar en el futuro.
Al igual que otros géneros literarios, ¿la poesía también se está dejando influir por Internet, por las nuevas tecnologías, por el lenguaje de los sms…?
Si lo pensamos bien, siempre ha sido así. Cuando Garcilaso escribía sobre caballos es porque él viajaba por Europa a caballo, o cuando Jorge Manrique hablaba del amor a una dama como del asalto a un castillo, es que él se dedicaba a eso, a tomar castillos, como ir a la oficina. Pues hoy los poetas hacen lo mismo. No hablan de caballos, sino de taxis, y utilizan los medios que la realidad pone a su alcance. Hoy, desde luego, Internet, el móvil o las nuevas formas de comunicación son parte de nuestra vida e invitar a la lectura no significa que los chavales se dediquen a una operación arqueológica, sino demostrarles que los escritores hacen su trabajo para dialogar sobre la vida, y las nuevas tecnologías forman parte de ella.
Hablando de jóvenes y novedades, nos gustaría preguntarle por el panorama contemporáneo. Surgen voces nuevas, estaba pensando en la también andaluza Elena Medel, o en otra ciudad como Córdoba, incluso en movimientos ya girados a la novela como la “Generación Nocilla”. ¿Cuál es la situación actual?
Conozco más el panorama de la poesía, y me parece muy saludable. La fuerza de un género no la dan los clásicos, ni siquiera los clásicos vivos, los consagrados como Caballero Bonald o Francisco Brines. Lo dan los jóvenes. Yo creo que hay una fuerza en la poesía joven muy notable. Hay gente que entre los veintitantos, los treinta años, está publicando libros de mucho interés en el presente. A mí me parece que si se trata de la calidad, la salud de la poesía española que están demostrando los jóvenes, podemos ser optimistas.
El año pasado fue momento de hacer cuentas después de cumplir cincuenta años y lo celebró con la publicación del libro “Vista cansada”. En lo profesional también fue momento de hacer borrón y cuenta nueva. ¿Cómo ve el mundo ahora, después de ese 2008?
Utilizando gafas para ver con claridad, para no encerrarme en la nostalgia, sino para seguir habitando el presente dispuesto a no convertirme en un viejo cascarrabias, que es la consigna que tenemos que tener los cincuentones. Y trabajando con ilusión: ahora en mayo aparece un nuevo libro, una novela basada en la biografía del poeta Ángel González. Estoy interesado en ver cómo me va en este experimento narrativo, mi primera puesta seria en este género.
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