He empezado el año terminando un libro: "La carretera", de Cormac McCarthy. Lo he leído en tres o cuatro días. A pesar de la tristeza implícita en cada una de sus páginas, una vez que lo empiezas, ya no hay forma de separarse del camino de ese padre y su hijo que atraviesan un país devastado por una carretera desierta en busca del mar.
"Más allá de aquel empañado oleaje tal vez otro hombre caminaba con otro hijo por la arena muerta y gris. Dormidos pero con un mar de por medio en otra playa entre las amargas cenizas del mundo o en pie y andrajosos, perdidos bajo el mismo sol indiferente".
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